Traducción por Helena Cortés Gabaudan.
Un piojito y una pulguita vivían juntos y un día se destilaron un poco de cerveza en una cáscara de huevo. El pioijito se cayó dentro y se quemó. Al verlo, la pulguita empezó a gritar. Y entonces, la puertecita de la alcoba se puso a decir:
«¿Pulguita, por qué has gritado?»—
«Porque piojito se ha quemado.»
Entonces la puertecita se puso a crujir. Y entonces habló una escobita que había en la casita:
«Puertecita, ¿por qué estás crujiendo?»—
«¿Y cómo no voy a crujir?
Piojito se ha quemado y pulguita está llora que llora.»
Entonces aquella pequeña escoba se puso a barrer como loca. Y pasó por allí un cochecito, y dijo:
«¿Escobita, por qué estás barriendo?»—
«¿Y cómo no voy a barrer?
Piojito se ha quemado
y pulguita está llora que llora
y puertecita cruje que cruje.»
Entonces el cochecito dijo que iba a ponerse a correr como un loco, y corrió y corrió, y la boñiguita por la que pasó delante dijo:
«Cochecito, ¿por qué estás corriendo?»—
«¿Y cómo no voy a correr?
Piojito se ha quemado
y pulgarcita está llora que llora
y puertecita cruje que cruje
y escobita barre que barre.»
Entonces dijo la boñiguita que iba a ponerse a arder, y se puso arde que arde. Y había allí un arbolito, que dijo:
«¿Boñiguita, por qué estás ardiendo?»—
«¿Y cómo no voy a arder?
Piojito se ha quemado
y pulguita está llora que llora
y puertecita cruje que cruje
y escobita barre que barre
y cochecito corre que corre.»
Entonces dijo el arbolito que iba a echarse a temblar, y de tanto que tembló se le cayó todo el follaje. Y dijo una muchachita que iba con su cantarillo de agua:
«¿Arbolito, por qué estás temblando?»—
«¿Y cómo no voy a temblar?
Piojito se ha quemado
y pulguita está llora que llora
y puertecita cruje que cruje
y escobita barre que barre
y cochecito corre que corre
y boñiguita arde que arde.»
Entonces la muchachita dijo que iba a romper su cantarillo, e hizo añicos el cantarillo; entonces dijo la fuentecita:
«¿Muchachita, por qué estás rompiendo el cantarillo?»—
«¿Y cómo no lo voy a romper?
Piojito se ha quemado
y pulguita está llora que llora
y puertecita cruje que cruje
y escobita barre que barre
y cochecito corre que corre
y boñiguita arde que arde
y arbolito tiembla que tiembla.»
«¡Ay! —dijo la fuentecita— entonces me pondré a manar», y empezó a manar, mana que mana, tanto, que lo anegó todo, a la muchachita, al arbolito, a la boñiguita, al cochecito, a la escobita, a la puertecita, a la pulguita y al piojito, y no quedó nadie.